La chica rock and roll
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La vi sonreír a la vida en un bar donde las fotos eran de
Miguel, y su alquiler conllevaba ya doce años.
Tengo que admitir que me cuesta dejar de mirarla.
Le crecían muslitos de pollo en los dedos, y su sonrisa se
llenaba si había notas, o textos, alrededor
-o cualquier otra expresión de arte.
Una vez le dijeron que era un rock and roll, y aunque diga
que no lleva el baile dentro, te saca a bailar, y te hace sentir especial, en
ese bar.
Tenía un carácter
con estilo de vendaval, por eso, dejaba huella
cada vez que nos veíamos.
En cada coche, sonaba una canción que hablaba de ella, pero
ella no lo sabía.
Quizás porque tenía en los ojos un incendio, en las piernas
aviones a punto de despegar, y en el corazón sueños que algún día seguro que serían
realidad.
Un día me dijo que estaba rota, pero sólo de momento, y
luego le dio al rock.
Era fuerte, pero eso ella no lo sabía. Pensaba que se levantaba de cada caída por casualidad, que los naufragios sólo eran una ocasión para
nadar,
y soñaba, soñaba con campos, construidos por ella, y su pareja.
Ella era poesía, una canción de Los Secretos, un ritmo de
adentro, y un juguete esperando a echar mecha, y rodar, rodar,
y no parar. Hoy te voy a mirar hasta que te duermas. Hoy te voy
a mirar hasta que duermas.
Eres demasiado vida.
Y tengo más ganas que miedos.
Guárdame en ti.
Guárdame en tu poesía.
Porque tienes dinamita en la boca cada vez que besas.
Y enfréntame,
a tu alegría.
Suéñame. Y agárrame
Con esas risas después de destrozarnos a caricias en noches
de nieve madrileña.
Poesía,
Es
Nombre
De Mujer